lunes, 8 de diciembre de 2014

La Inmaculada Concepción de María

LA INMACULADA CONCEPCIÓN

Sólo a Ella Dios le concedió el privilegio de haber sido preservada del pecado original, como un regalo especial para la mujer que sería la Madre de Jesús y madre Nuestra.
Ella, desde el momento en que fue concebida por sus padres, por gracia y privilegios únicos que Dios le concedió, fue preservada de toda mancha del pecado original.

En nuestra sociedad, la pureza tiene dos valores opuestos. Mientras la droga más pura es la más cara y todos buscan el detergente que deje la ropa más blanca, muy pocos se preocupan de mantener su alma y su vida pura, de cara a la vida eterna. Incluso, quienes se confiesan seguido son, a veces, criticados y se les califica despectivamente de "mochos". La Virgen María nos invita a vivir este ideal de la pureza, aunque para ello tengamos que ir "contra corriente".

UN POCO DE HISTORIA

El 8 de diciembre de 1854, el Papa Pío IX, promulgó un documento llamado "Ineffabilis Deus" en el que estableció que el alma de María, en el momento en que fue creada e infundida, estaba adornada con la gracia santificante.


Desde entonces, esta es de las verdades que los católicos creemos, aunque a veces, no entendamos. Es lo que se llama Dogma o artículo de fe.

La Virgen María fue "dotada por Dios con dones a la medida de su misión tan importante" (Lumen Gentium). El ángel Gabriel pudo saludar a María como "llena de gracia" porque ella estaba totalmente llena de la gracia de Dios.
Dios bendijo a la Virgen María con toda clase de bendiciones espirituales, más que a ninguna otra persona creada. Ella es "redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su Hijo". (LG, n. 53)
La devoción a la Inmaculada Concepción es uno de los aspectos más difundidos de la devoción mariana. Tanto en Europa como en América se adoptó a la Inmaculada Concepción como patrona de muchos lugares.

María tiene un lugar muy especial dentro de la Iglesia por ser la Madre de Jesús. Sólo a Ella Dios le concedió el privilegio de haber sido preservada del pecado original, como un regalo especial para la mujer que sería la Madre de Jesús y madre Nuestra.

Con esto, hay que entender que Dios nos regala también a cada uno de nosotros las gracias necesarias y suficientes para cumplir con la misión que nos ha encomendado y así seguir el camino al Cielo, fieles a su Iglesia Católica.

Podemos aprender que es muy importante para nosotros recibir el Bautismo, que sí nacimos con la mancha del pecado original. Al bautizarnos, recibimos la gracia santificante que borra de nuestra alma el pecado original. Además, nos hacemos hijos de Dios y miembros de la Iglesia. Al recibir este sacramento, podemos recibir los demás.

Para conservar limpia de pecado nuestra alma podemos acudir al Sacramento de la Confesión y de la Eucaristía, donde encontramos a Dios vivo.



Hay quienes dicen que María fue una mujer como cualquier otra y niegan su Inmaculada Concepción. Dicen que esto no pudo haber sido posible, que todos nacimos con pecado original. En el Catecismo de la Iglesia Católica podemos leer acerca de la Inmaculada Concepción de María en los números 490 al 493.

El alma de María fue preservada de toda mancha del pecado original, desde el momento de su concepción.
María siempre estuvo llena de Dios para poder cumplir con la misión que Dios tenía para Ella.
Con el Sacramento del Bautismo se nos borra el pecado original.
Dios regala a cada uno de nosotros las gracias necesarias y suficientes, para que podamos cumplir con la misión que nos ha encomendado.


¡VIRGEN MARÍA, MADRE INMACULADA, ruega por nosotros!

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Virgen de Akita



Virgen de Akita


El 12 de Junio de 1973 la hermana Agnes Sasagawa oraba en su convento en Akita, Japón cuando observó rayos brillantes que emanaban del tabernáculo. El mismo milagro se repitió los próximos dos días. 


El 28 de Junio, una llaga en forma de cruz apareció en la palma de la mano izquierda de Sor Agnes. Sangraba profusamente y le causaba gran dolor.
El 6 de julio, mientras rezaba, Sor Agnes escuchó una voz procedente de la estatua de la Virgen María que está en la capilla. Era el primer mensaje.
El mismo día, algunas hermanas descubrieron gotas de sangre que fluían de la mano derecha de la estatua. Este flujo de sangre se repitió cuatro veces.  La llaga en la mano de la estatua permaneció hasta el 29 de septiembre.  Pero ese mismo día, la estatua comenzó a "sudar", especialmente por la frente y el cuello. 
El 3 de agosto de 1973, Sor Agnes recibió un segundo mensaje y el 13 de octubre del mismo año, el tercero y último.
El 4 de enero de 1975, la estatua de la Virgen comenzó a llorar y continuó llorando en diferentes ocasiones por 6 años y 8 meses. La última vez fue el 15 de septiembre de 1981, fiesta de Nuestra Señora Dolorosa. Fueron un total de 101 lacrimaciones.
La hermana vidente se llama "Agnes" que significa cordero. Fue sanada de sordera, lo cual se verificó no tener explicación médica.  Este milagro fue una señal de la autenticidad de las visitas de la Virgen
Aprobación eclesiástica de las lágrimas de la estatua y los mensajes.
El 22 de abril de 1984, después de ocho años de investigación y habiendo consultado con la Santa Sede, los mensajes de Nuestra Señora de Akita fueron aprobados por el obispo de la diócesis de Niigata, Japón, Monseñor John Shojiro Ito. El declaró que los eventos de Akita son de origen sobrenatural y autorizó en toda la diócesis la veneración de la Santa Madre de Akita.  En la villa japonesa de Akita, una estatua de la Madonna ha derramado sangre, sudor y lágrimas, según el testimonio de más de 500 cristianos y no cristianos, incluyendo el alcalde budista del pueblo. Una monja, Agnes Katsuko Sasagawa ha recibido los estigmas y mensajes de Nuestra Señora.

En junio de 1988, Joseph Cardinal Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la  Doctrina de la Fe, impartió el juicio definitivo sobre los eventos y mensajes de Akita, juzgándolos confiables y dignos de fe. El cardenal observó que Akita es una continuación de los mensajes de Fátima.
NUESTRA SEÑORA DE AKITA. Ruega por nosotros.

martes, 25 de noviembre de 2014

V. de Cotoca



Virgen de Cotoca
La efigie de la Madre de Dios que se venera en la iglesia parroquial de Cotoca, distrito municipal de la provincia Andrés Ibáñez, es objeto de ferviente devoción de parte de los pueblos de Bolivia llamados orientales. Ordinariamente colocada en un regular baldaquino, hacia la parte alta del altar mayor de la iglesia, suele ser sacada afuera y llevada en andas por las calles, a la expectación de los fieles. Es en esas ocasiones cuando puede ser contemplada mejor y observada con ojos de curiosidad no exclusivamente piadosa.
Una vez al año, por lo menos, la pequeña efigie es traída a la ciudad por determinación expresa de su ilustrísima el prelado diocesano.

En todo tiempo lo que no ha menguado es la fe que el pueblo tiene depositado en ella, una fe que excluye razonamientos, la veneración cariñosa que se le profesa y la confianza con que a ella acude en procura de bienes.
En cuanto al tiempo y circunstancia en que pasó a ser patrimonio de la comunidad santacruceña corre en el pueblo una pintoresca leyenda.
Ocurrió a mediados del siglo XVIII. Cotoca, la comarca que había aposentado durante años a Santa Cruz en su peregrinaje de oriente a occidente, era por entonces un predio perteneciente a cierto señor rural de horca y cuchillo que respondía al nombre de Daniel Cortés de Miranda. Esta tenía establecida allí una hacienda con cultivos de caña, arroz y bananas, que eran trabajados por hombres de la tierra con la calidad de braceros y cuatro o cinco familias de negros y mulatos en la condición de esclavos.
A buen seguro que el don Daniel dejaba sentir en el predio su autoridad de señor feudal, acaso con mayor rigor y riendas más cortas que sus congéneres hacendados de esta parte del país. Dizque por cualquier falta que cometieran sus peones, y tanto más sus esclavos, el capataz o el amo en persona les propinaban una ración de azotes cuya cuantía jamás era inferior a la bien contada veintena.
Cierto día la cuenta hubo de alargarse, medida sobre las espaldas y los glúteos de dos de los esclavos.
La tradición ha conservado los nombres de ellos y aun el de su madre, que era Elvira Barroso. Al enterarse ésta de la tremenda azotaina y ver en los cuerpos de los suyos las huellas del flexible y a la vez inflexible instrumento, dizque prorrumpió en anatemas y maldiciones contra el patrón. No mucho después, don Daniel aparecía muerto a puñaladas dentro de la arboleda que rodeaba la casa.
Vista la cosa a la luz de sus precedentes, a nadie podía imputarse el homicidio sino a los Barroso, y a su madre como instigadora y quizás actora. Conocedores de lo que les esperaba en ese caso, madre e hijos se alzaron de la alquería para ganar asilo y escondrijo en la floresta. Pero, devotos cristianos como eran, les asistía la esperanza de que tarde o temprano su inocencia habría de salir a luz.
Tirando de Cotoca al norte los fugitivos hubieron de llegar al paraje de Asusaquí, en aquel entonces selva cerrada y carente de toda vecindad. Habiendo penetrado a lo más espeso de ella, ocurrióseles cierta noche, tomar algún alimento caliente. Mientras la madre encendía el fuego y lo avivaba arrimándole alguna hojarasca, los hijos fueron por leña, sin apartarse mucho de la jara.
Habían recogido ya algunas ramas secas cuando avistaron un recio tronco que parecía ofrecerles para el empeño pedazos de corteza semidesprendida. Unos pocos golpes de hacha sobre el arrugado madero dejaron ver que el interior de éste resplandecía extrañamente. Aunque el fulgor les ofuscaba la vista, los fugitivos acertaron a advertir un rostro de tez morena que parecía sonreírles con ternura. Un impulso de temor o de recelo les llevó a abandonar en ese momento el sitio, bien que proponiéndose volver apenas rayara la aurora del día siguiente.


Así fue, en efecto, a la rubia luz del amanecer pudieron ver que en el descubierto hueco del árbol yacía una pequeña talla policromada que representaba a la Virgen María en su advocación de la Concepción Purísima. Tras de haberse prosternado ante ella fervorosamente, procedieron a sacarla del vegetal cobijo para llevarla consigo al poblado. Habían resuelto de improviso dar término a la fuga y volver a la casa y hacienda del finado patrón, llevando a la bella imagen milagrosamente encontrada. Alentaban la fe y la esperanza de que ella, con su gracia y su misericordia, haría que se desentrañase lo de la muerte de aquél y probara la inocencia de doña Elvira y de sus hijos.
Como se pensó se hizo seguidamente. Días después los de la suspendida evasión entraban en Cotoca llevando a la Aparecida. Grande fue su sorpresa al advertir que se les recibía con particulares muestras de agrado. No tardaron en dar con la razón de ello. Algunos días antes, el verdadero autor de la muerte del patrón, había confesado públicamente el crimen. Lo curioso, o más bien portentoso del hecho, fue que tal confesión habría sido consumada a la hora misma en que los Barroso encontraban a la imagen de la Virgen. Fue el primer milagro de la Virgen apuntado por los buenos cotoqueños.
Tal es la leyenda que corre acerca de la aparición de la imagen de la Virgen de Cotoca la cual se encuentra situada a sólo 20 kilómetros al este de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra y unida a ésta por una carretera asfaltada y es el ingreso natural para ir a las misiones jesuíticas.


Cotoca es conocida por la diversidad de comida típica y su fiesta patronal de cada año en honor a la Virgen de Cotoca, denominada también "Patrona del Oriente Boliviano", milagrosa imagen de la Virgen María que el pueblo venera cada 8 y 15 de diciembre donde los creyentes van a pie.

NUESTRA SEÑORA DE COTOCA. Ruega por nosotros.

martes, 18 de noviembre de 2014

V. de Częstochowa



Virgen de Częstochowa

La Virgen Negra es una pintura de la Virgen y el Niño Jesús cuya leyenda dice fue pintado por San Lucas el Evangelista.


San Lucas se cree que solía usar un tablero de una mesa construida por el carpintero Jesús. Fue mientras Lucas pintaba a María que ella le contó los eventos en la vida de Jesús que luego el incorporó en sus evangelios.

La pintura fue encontrada en el año 326 D.C. cuando Santa Elena la encontró en Jerusalén mientras hacia un peregrinaje allí.

Ella le dio la pintura a su hijo, Constantino, quien tenía un oratorio construido en Constantinopla a efectos de que lo cobijara. En una crítica batalla contra los Sarracenos, la imagen fue mostrada desde los muros de la ciudad y los sarracenos fueron subsecuentemente derrotados.

Se le dio el crédito a la imagen por salvar la ciudad.

La pintura fue eventualmente poseída por Carlomagno quien posteriormente se la presentó al Príncipe Leo de Rutenia (noroeste de Hungría). Esta permaneció en el palacio real en Rutenia hasta la invasión ocurrida en el siglo XI. El rey le rezó a Nuestra Señora a efectos de que apoyara a su pequeño ejército y como resultado de sus ruegos una oscuridad descendió sobre las tropas enemigas quienes, en su confusión, empezaron a atacarse entre ellas.

Rutenia fue salvada como resultado de esta intervención. En el siglo XIV, la pintura fue trasladada a la Montaña de la Luz (Jasna Gora) en Polonia como respuesta a una solicitud hecha en un sueño al Príncipe Ladislao de Opola.

Esta historia legendaria fue mejor documentada por el poseedor de la pintura el Príncipe Ladislao. En 1382 los Tártaros invadieron y atacaron la fortaleza Belz del Príncipe. En este ataque una de las flechas de los Tártaros cayó sobre la pintura y se alojó en la garganta de la Virgen.

El Príncipe, se aterró pensando que él y la famosa pintura podrían caer en manos de los Tártaros, huyo en medio de la noche deteniéndose finalmente en el pueblo de Czestochowa, en donde la pintura se instaló en una pequeña iglesia.

El Príncipe posteriormente tuvo un monasterio Paulino y una iglesia que se construyó para resguardar la seguridad de la pintura.


En 1430, invasores cayeron sobre el monasterio e intentaron llevarse el retrato. Uno de los saqueadores daño la pintura con su espada dos veces pero antes de que pudiera hacerlo nuevamente cayó al suelo retorciéndose en agonía y murió.

Ambos, los cortes de la pintura y la herida de flecha continúan visibles en la pintura. Más tarde, en 1655, Polonia estaba casi enteramente arrasada por las fuerzas del Rey Sueco Carlos X.

Solamente el área alrededor del monasterio continuaba sin conquistar, de alguna manera, los monjes del monasterio defendieron exitosamente el retrato contra un sitio de cuarenta y cinco días y eventualmente todos los Polacos lograron echar fuera a los invasores.

Luego de este sorprendente cambio de rumbo en los acontecimientos, la Señora de Czestochowa se convirtió en el símbolo de la unidad nacional Polaca y fue coronada Reina de Polonia.

El Rey de Polonia puso al país bajo la protección de la Bendita Madre. Una leyenda mas reciente alrededor de la pintura involucra el intento de invasión Ruso.

En 1920, el ejército Ruso fue visto congregándose en los bancos del río Vistula, amenazando Varsovia, cuando una imagen de la Virgen fue vista en las nubes sobre la ciudad.

Las tropas rusas se retiraron ante la visión de la imagen. Hubo reportes por siglos de eventos milagrosos tales como curaciones espontáneas ocurriéndoles a aquellos que hicieron un peregrinaje a la imagen.

Esta es conocida como "La Virgen Negra" debido a residuos de hollín que decoloraron la imagen. El hollín es resultado de siglos de velas ofrecidas ardiendo en frente de la pintura.

Con el declinar del comunismo en Polonia, los peregrinajes a la Virgen Negra se han incrementado significativamente.

El 13 de abril de 1904, el Papa Pío X, a petición del obispo polaco Stanisława Zdzitowiecki aprobó la fiesta de la Virgen de Częstochowa, que desde 1906 se celebra el 26 de agosto. 

NUESTRA SEÑORA DE CZĘSTOCHOWA. RUEGA POR NOSOTROS.