martes, 25 de noviembre de 2014

V. de Cotoca



Virgen de Cotoca
La efigie de la Madre de Dios que se venera en la iglesia parroquial de Cotoca, distrito municipal de la provincia Andrés Ibáñez, es objeto de ferviente devoción de parte de los pueblos de Bolivia llamados orientales. Ordinariamente colocada en un regular baldaquino, hacia la parte alta del altar mayor de la iglesia, suele ser sacada afuera y llevada en andas por las calles, a la expectación de los fieles. Es en esas ocasiones cuando puede ser contemplada mejor y observada con ojos de curiosidad no exclusivamente piadosa.
Una vez al año, por lo menos, la pequeña efigie es traída a la ciudad por determinación expresa de su ilustrísima el prelado diocesano.

En todo tiempo lo que no ha menguado es la fe que el pueblo tiene depositado en ella, una fe que excluye razonamientos, la veneración cariñosa que se le profesa y la confianza con que a ella acude en procura de bienes.
En cuanto al tiempo y circunstancia en que pasó a ser patrimonio de la comunidad santacruceña corre en el pueblo una pintoresca leyenda.
Ocurrió a mediados del siglo XVIII. Cotoca, la comarca que había aposentado durante años a Santa Cruz en su peregrinaje de oriente a occidente, era por entonces un predio perteneciente a cierto señor rural de horca y cuchillo que respondía al nombre de Daniel Cortés de Miranda. Esta tenía establecida allí una hacienda con cultivos de caña, arroz y bananas, que eran trabajados por hombres de la tierra con la calidad de braceros y cuatro o cinco familias de negros y mulatos en la condición de esclavos.
A buen seguro que el don Daniel dejaba sentir en el predio su autoridad de señor feudal, acaso con mayor rigor y riendas más cortas que sus congéneres hacendados de esta parte del país. Dizque por cualquier falta que cometieran sus peones, y tanto más sus esclavos, el capataz o el amo en persona les propinaban una ración de azotes cuya cuantía jamás era inferior a la bien contada veintena.
Cierto día la cuenta hubo de alargarse, medida sobre las espaldas y los glúteos de dos de los esclavos.
La tradición ha conservado los nombres de ellos y aun el de su madre, que era Elvira Barroso. Al enterarse ésta de la tremenda azotaina y ver en los cuerpos de los suyos las huellas del flexible y a la vez inflexible instrumento, dizque prorrumpió en anatemas y maldiciones contra el patrón. No mucho después, don Daniel aparecía muerto a puñaladas dentro de la arboleda que rodeaba la casa.
Vista la cosa a la luz de sus precedentes, a nadie podía imputarse el homicidio sino a los Barroso, y a su madre como instigadora y quizás actora. Conocedores de lo que les esperaba en ese caso, madre e hijos se alzaron de la alquería para ganar asilo y escondrijo en la floresta. Pero, devotos cristianos como eran, les asistía la esperanza de que tarde o temprano su inocencia habría de salir a luz.
Tirando de Cotoca al norte los fugitivos hubieron de llegar al paraje de Asusaquí, en aquel entonces selva cerrada y carente de toda vecindad. Habiendo penetrado a lo más espeso de ella, ocurrióseles cierta noche, tomar algún alimento caliente. Mientras la madre encendía el fuego y lo avivaba arrimándole alguna hojarasca, los hijos fueron por leña, sin apartarse mucho de la jara.
Habían recogido ya algunas ramas secas cuando avistaron un recio tronco que parecía ofrecerles para el empeño pedazos de corteza semidesprendida. Unos pocos golpes de hacha sobre el arrugado madero dejaron ver que el interior de éste resplandecía extrañamente. Aunque el fulgor les ofuscaba la vista, los fugitivos acertaron a advertir un rostro de tez morena que parecía sonreírles con ternura. Un impulso de temor o de recelo les llevó a abandonar en ese momento el sitio, bien que proponiéndose volver apenas rayara la aurora del día siguiente.


Así fue, en efecto, a la rubia luz del amanecer pudieron ver que en el descubierto hueco del árbol yacía una pequeña talla policromada que representaba a la Virgen María en su advocación de la Concepción Purísima. Tras de haberse prosternado ante ella fervorosamente, procedieron a sacarla del vegetal cobijo para llevarla consigo al poblado. Habían resuelto de improviso dar término a la fuga y volver a la casa y hacienda del finado patrón, llevando a la bella imagen milagrosamente encontrada. Alentaban la fe y la esperanza de que ella, con su gracia y su misericordia, haría que se desentrañase lo de la muerte de aquél y probara la inocencia de doña Elvira y de sus hijos.
Como se pensó se hizo seguidamente. Días después los de la suspendida evasión entraban en Cotoca llevando a la Aparecida. Grande fue su sorpresa al advertir que se les recibía con particulares muestras de agrado. No tardaron en dar con la razón de ello. Algunos días antes, el verdadero autor de la muerte del patrón, había confesado públicamente el crimen. Lo curioso, o más bien portentoso del hecho, fue que tal confesión habría sido consumada a la hora misma en que los Barroso encontraban a la imagen de la Virgen. Fue el primer milagro de la Virgen apuntado por los buenos cotoqueños.
Tal es la leyenda que corre acerca de la aparición de la imagen de la Virgen de Cotoca la cual se encuentra situada a sólo 20 kilómetros al este de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra y unida a ésta por una carretera asfaltada y es el ingreso natural para ir a las misiones jesuíticas.


Cotoca es conocida por la diversidad de comida típica y su fiesta patronal de cada año en honor a la Virgen de Cotoca, denominada también "Patrona del Oriente Boliviano", milagrosa imagen de la Virgen María que el pueblo venera cada 8 y 15 de diciembre donde los creyentes van a pie.

NUESTRA SEÑORA DE COTOCA. Ruega por nosotros.

martes, 18 de noviembre de 2014

V. de Częstochowa



Virgen de Częstochowa

La Virgen Negra es una pintura de la Virgen y el Niño Jesús cuya leyenda dice fue pintado por San Lucas el Evangelista.


San Lucas se cree que solía usar un tablero de una mesa construida por el carpintero Jesús. Fue mientras Lucas pintaba a María que ella le contó los eventos en la vida de Jesús que luego el incorporó en sus evangelios.

La pintura fue encontrada en el año 326 D.C. cuando Santa Elena la encontró en Jerusalén mientras hacia un peregrinaje allí.

Ella le dio la pintura a su hijo, Constantino, quien tenía un oratorio construido en Constantinopla a efectos de que lo cobijara. En una crítica batalla contra los Sarracenos, la imagen fue mostrada desde los muros de la ciudad y los sarracenos fueron subsecuentemente derrotados.

Se le dio el crédito a la imagen por salvar la ciudad.

La pintura fue eventualmente poseída por Carlomagno quien posteriormente se la presentó al Príncipe Leo de Rutenia (noroeste de Hungría). Esta permaneció en el palacio real en Rutenia hasta la invasión ocurrida en el siglo XI. El rey le rezó a Nuestra Señora a efectos de que apoyara a su pequeño ejército y como resultado de sus ruegos una oscuridad descendió sobre las tropas enemigas quienes, en su confusión, empezaron a atacarse entre ellas.

Rutenia fue salvada como resultado de esta intervención. En el siglo XIV, la pintura fue trasladada a la Montaña de la Luz (Jasna Gora) en Polonia como respuesta a una solicitud hecha en un sueño al Príncipe Ladislao de Opola.

Esta historia legendaria fue mejor documentada por el poseedor de la pintura el Príncipe Ladislao. En 1382 los Tártaros invadieron y atacaron la fortaleza Belz del Príncipe. En este ataque una de las flechas de los Tártaros cayó sobre la pintura y se alojó en la garganta de la Virgen.

El Príncipe, se aterró pensando que él y la famosa pintura podrían caer en manos de los Tártaros, huyo en medio de la noche deteniéndose finalmente en el pueblo de Czestochowa, en donde la pintura se instaló en una pequeña iglesia.

El Príncipe posteriormente tuvo un monasterio Paulino y una iglesia que se construyó para resguardar la seguridad de la pintura.


En 1430, invasores cayeron sobre el monasterio e intentaron llevarse el retrato. Uno de los saqueadores daño la pintura con su espada dos veces pero antes de que pudiera hacerlo nuevamente cayó al suelo retorciéndose en agonía y murió.

Ambos, los cortes de la pintura y la herida de flecha continúan visibles en la pintura. Más tarde, en 1655, Polonia estaba casi enteramente arrasada por las fuerzas del Rey Sueco Carlos X.

Solamente el área alrededor del monasterio continuaba sin conquistar, de alguna manera, los monjes del monasterio defendieron exitosamente el retrato contra un sitio de cuarenta y cinco días y eventualmente todos los Polacos lograron echar fuera a los invasores.

Luego de este sorprendente cambio de rumbo en los acontecimientos, la Señora de Czestochowa se convirtió en el símbolo de la unidad nacional Polaca y fue coronada Reina de Polonia.

El Rey de Polonia puso al país bajo la protección de la Bendita Madre. Una leyenda mas reciente alrededor de la pintura involucra el intento de invasión Ruso.

En 1920, el ejército Ruso fue visto congregándose en los bancos del río Vistula, amenazando Varsovia, cuando una imagen de la Virgen fue vista en las nubes sobre la ciudad.

Las tropas rusas se retiraron ante la visión de la imagen. Hubo reportes por siglos de eventos milagrosos tales como curaciones espontáneas ocurriéndoles a aquellos que hicieron un peregrinaje a la imagen.

Esta es conocida como "La Virgen Negra" debido a residuos de hollín que decoloraron la imagen. El hollín es resultado de siglos de velas ofrecidas ardiendo en frente de la pintura.

Con el declinar del comunismo en Polonia, los peregrinajes a la Virgen Negra se han incrementado significativamente.

El 13 de abril de 1904, el Papa Pío X, a petición del obispo polaco Stanisława Zdzitowiecki aprobó la fiesta de la Virgen de Częstochowa, que desde 1906 se celebra el 26 de agosto. 

NUESTRA SEÑORA DE CZĘSTOCHOWA. RUEGA POR NOSOTROS.

lunes, 10 de noviembre de 2014

V. de Chaguaya




Virgen de Chaguaya

Para la fundación de Tarija, fue necesario juntar indígenas chicheños, pobladores naturales de La Plata y españoles deseosos de conquistar tierras para sí en el exuberante valle de San Bernardo de la Frontera, las Salinas Chaco y Oran fueron invadidas por colonizadores de buena y mala fe. Los campesinos cuyo origen es diverso, comenzaron a labrar la tierra, permanentemente hostilizados por la fiereza chiriguana que defendía su territorio.
Luis de Fuentes y Vargas en varias ocasiones debió acudir en defensa y protección de los vecinos de Chaguaya, asediados por los Chiriguanos.
Chaguaya, que está situada a 60 km al suroeste de la ciudad de Tarija, Bolivia, que por aquella época, se cuenta que la sequía devastaba los cultivos, la peste diezmaba los animales, las enfermedades causaban bajas dolorosas en las familias del vecindario de Chaguaya. Años terribles, sólo la fe y la esperanza en días mejores sustentaban el espíritu de los pobladores.
Aquí empieza la leyenda, hilvanada con la imaginación campesina, limpia como la fe del creyente.
Retornaban los esposos de la faena diaria, él traía a lomo de acémilas pasto largo para techo de su nueva casa, mientras su esposa conducía las ovejas, el día había sido como cualquier otro, la noche comenzaba a tejer su manto sobre el valle, la costumbre de trasladarse en las noches, les posibilitaba orientar sus pasos entre la escasa vegetación. Durante el día, habían analizado una vez más la triste situación de los comarcanos, los pastizales secos, el río escasamente dejaba un hilo de agua, las lluvias oportunas serían la salvación de los cultivos y animales.

La pareja, acompasaba el ritmo de los grillos con sus pasos, el chasquido de las pisadas de las ovejas y cabras eran el son que rompía la monotonía del atardecer, si no fueran estas pisadas el silencio de la noche sería completo para un escenario adornado de quietas luciérnagas. De pronto, ambos divisaron no muy lejos un resplandor que dibujaba el contorno del paisaje sobre un imponente fondo negro. Curiosos, detuvieron la manada y dirigieron sus pasos hacia él, venciendo la rala arboleda llegan hasta un frondoso árbol de molle, enceguecidos por el resplandor, no ven sino una hermosa estela tricolor que en religiosa armonía, deslizaba sus rayos del centro hacia los lados entrelazándose unos con otros, la visión era tan extraña que los humildes chapacos no atinaban a nada, el reflejo interior les hizo persignarse y mirar calladamente hacia el estrellado cielo.
Estaban absortos contemplando tan maravilloso juego de luces, que no alcanzaron a mirarse el uno al otro. De pronto, los rayos de luz se fueron desprendiendo de su centro, dando paso en forma paulatina a la bella imagen de la Virgen María, como iluminados por un rayo divino, los esposos se postraron de rodillas e inclinando el cuerpo, besaron el árido suelo, exclamando:
¡Virgencita mía! ¡Bendito sea Dios!
Los pastores no pudieron precisar cuánto tiempo permanecieron de rodillas ante la imagen de la Virgen María.
Al día siguiente, con las primeras luces del día retornaron al lugar, reverentes, tomaron la imagen y la llevaron consigo, colocándola en un sitial preferencial de su modesto hogar. Al caer la tarde, los vecinos del lugar anoticiados, llegaron hasta la casa con el objeto de conocer a la Virgen, pero grande fue la sorpresa de los recién llegados así como de los dueños de casa al no encontrar la gloriosa del amor.
Reunidos en gran número, los vecinos se trasladaron en caravana al sitio donde fue recogida horas antes, ante la perplejidad de los campesinos, encontraron la imagen reposada en el frondoso árbol de molle, un hermoso halo de luz la envolvía, de rodillas oraron toda la noche, en cuyo lapso, se fueron sumando otros lugareños.
Al despuntar el día, en solemne romería la trasladaron hasta una de las casas de la comarca, concretando efectuar en horas de la tarde un cálido testimonio de fe católica. Según lo convenido, se había reunido la comunidad en pleno, los concurrentes inquietos, impacientes, vieron salir a los dueños de casa atónitos que no podían explicar cómo había desaparecido la imagen del interior de la casa.
Comprendiendo que la volverían a encontrar, se trasladaron hasta la meseta del árbol de molle, allí, en el solitario paraje se encontraba la bella y dulce imagen de la Virgen, con humildad, le rindieron pleitesía, lentamente se fueron encendiendo antorchas y hogueras para acompañarla durante la noche. Los astros parecían alumbrar más, la tertulia y las horas se hicieron más apacibles que nunca, una extraña paz se apoderó de sus mentes y corazones.

Al amanecer, los hombres amasaban la tierra, las mujeres trasladaban agua y los niños se encargaban de proveer de pasto para la fabricación de adobes, mientras otros aportaban palos, cañas y tejas; era un colmenar de gente, naciendo así la primera Capilla de la Sagrada Imagen de la Virgen de Chaguaya.
Durante tres días y tres noches los vecinos trabajaron y la acompañaron; viendo que la Virgen no desaparecía más, por el contrario, les ofrecía su dulcísima sonrisa y tierna mirada, optaron por trasladarse con sus enseres domésticos y construir sus casas en la zona.
No pasó mucho tiempo para que las cosas mejoraran. Los milagros de la Virgen de Chaguaya llamaron la atención de otras gentes, la Santa Aparición fue conocida de inmediato en Tarija y otros lugares, pues, las gracias concedidas son numerosas entre los devotos que la visitan todos los años, cuya peregrinación al Santuario de la Virgen de Chaguaya se realiza del 15 de agosto al 14 de septiembre. Los habitantes de la ciudad de Tarija y de todas las provincias y localidades aledañas, peregrinan al santuario de la Virgencita.
Una larga columna de creyentes inician su caminata desde la ciudad de Tarija, pertrechados cada uno con una mochila o un bolso con provisiones, una frazada, ojotas o calzados livianos y una cantimplora llena de agua; dispuestos a enfrentar el largo recorrido de sesenta kilómetros. El numeroso contingente de fieles llega al santuario a pie (tras una caminata que dura aproximadamente 12 horas) por una ruta de peregrinación que atraviesa los valles, valles que en esta época (invierno) se tornan secos y el clima es frío.


 



En el pueblo se puede degustar comidas y bebidas típicas como el jugo de caña, o las tradicionales chirriadas (especie de tortillas de maíz) o los tamales y el chancho al horno.

VIRGEN DE CHAGUAYA. RUEGA POR NOSOTROS